Situación 1
“Llegué a casa cansado, además estaba preocupado con lo que había oído sobre la reestructuración de plantilla en la empresa, pero mi mujer se empeño en que como no estaban nuestros hijos debíamos tener relaciones sexuales... no tuve erección... éste problema cada vez va a más” “Siempre desea sexo justo cuando más cansado y preocupado me ve”
Situación 2
“Estaban mis dos hermanos y mis cuñadas en casa por que era mi cumpleaños. Mi esposa ridiculizaba mi sueldo, no hacía más que compararlo con el de su hermano que trabaja en la misma empresa que yo. Además siempre que me habla lo hace con un tono que parece indicar que soy tonto.”
Situación 3
Una pareja compra en el mercado del barrio, el hombre apenas interviene pero cuando lo hace es sistemáticamente contestado por la mujer en tono de reproche y para criticar lo que él ha dicho. Este estilo de referirse a él en público se repite día tras día, en todas las situaciones, ante todo tipo de personas. Constituye un mal trato psicológico.
Estas son sólo tres situaciones, tres botones de muestra, fácilmente observables al menos las dos últimas, que constituyen la realidad lacerante de muchos varones emparejados.
Quizás alguien al leer los párrafos anteriores piense algo así como “pues que no se dejen”, pero esto sería tanto como disculpar los tortazos o los insultos a la esposa sólo por que ella no es capaz de defenderse eficazmente en situaciones en las que sí se defenderían eficazmente otras mujeres.
Tanto hacia hombres como hacia mujeres se da lo que se ha dado en llamar acoso moral, es decir, una sistemática disminución de autoestima, un trabajo constante para que la persona dude de si misma, una infravaloración sistemática que llega a hundir a muchas víctimas no capaces de darse cuenta a tiempo y de rebelarse eficazmente ante esta situación.