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martes, 23 de octubre de 2012

¿Has sido víctima del abuso?




¿Has sido víctima del abuso?
  • ¿Bloquean la puerta para impedirle salir durante una discusión? ¿Abren su correo personal? ¿Impiden que vea a familiares y amigos? ¿Usan insultos? 
  •  ¿Recibe un tratamiento denigrante en la presencia de otros? ¿Dicen que nadie es capaz de vivir con usted? ¿Amenazan con suicidarse si se va?
  • ¿Se siente como que camina sobre un“campo minado” cuando está su compañera? ¿Se comporta como dos personas diferentes? 
  • ¿Amenaza con que nunca volverá a ver a sus niños si se va? ¿Destruye o amenaza destruir la propiedad?
  • ¿Ha recibido empujones, bofetadas, golpes, mordiscos o pateaduras? ¿Aunque haya sido una sola vez?
  • ¿Se cabrea su compañer@ con facilidad, especialmente cuando bebe o consume drogas?


 Qué puede hacer

◊ Prepare una lista de los incidentes abusivos
◊ Saque fotografías
◊ Solicite siempre atención médica para sus lesiones, y diga la verdad sobre su causa
◊ Comparta con sus familiares y amigos qué es lo que pasa
◊ Evite sentirse provocado a vengarse físicamente. Cuando sea seguro, aléjese

¡Documentar, documentar, documentar!

EL DESAMPARO DE LOS HOMBRES

Es una realidad escondida en la vida de muchas parejas. A veces por vergüenza, otras por impotencia, los hombres afectados eligen callar y no piden ayuda. Qué hay detrás de esta problemática.


Raramente oímos hablar de hombres que están siendo maltratados por sus mujeres o sus novias. 
En la convivencia se puede llegar a niveles muy altos de agresión que pueden terminar hasta en la muerte, por eso consideramos que no contar una realidad es taparla, y los que más sufren son los hijos de la pareja.

Contrariamente a la actitud masculina, «la mujer no pide tantas disculpas como el hombre, ya que con su personalidad domina la situación y es muy firme en sus convicciones, y es el hombre el que se ve doblegado», explica la representante de la asociación, donde se llevan a cabo entrevistas personales, tratamientos psicológicos y grupos de reflexión.
Desde la mirada psicoanalítica, una especialista en esta área, la licenciada Silvina Hernández, explica que «la relación violenta es una modalidad de goce sadomasoquista en donde cada uno tiene un rol, que puede variar según la circunstancia, porque hay quien ejerce en una pareja violencia física en respuesta a un maltrato de tipo verbal, aunque sea muy sutil».
«Se construye en el cruce fantasmagórico de cada uno. Las parejas funcionan, es decir siguen juntas, porque algo de la posición fantasmagórica inconsciente de uno se enlaza con la del otro, y esto no necesariamente es para la felicidad de la pareja, puede serlo para el sufrimiento de ambos», agrega.

Hernández detalla que lo que retroalimenta esta relación es «la posición de goce de cada una de las partes y los recursos para pedir ayuda, y no solamente recursos socioeconómicos, sino también recursos psíquicos». 
Hay sujetos que, ante una situación de violencia, se alejan inmediatamente, y otros que la niegan como si no sucediese, o que la ven pero la reniegan, provocando a su vez más violencia y generando modos muy perversos de relación.

¿Por qué eligen callar?

Considerando que, en el sexo masculino, la fuerza es condición de virilidad y masculinidad, los hombres que son atacados físicamente por sus mujeres no son conscientes de tener un problema. A menudo, ellos ven a sus esposas (o novias) como las responsables. Esta es una de las razones por las que los hombres no se quejan de los abusos.
En los casos más graves de violencia, suelen sentirse avergonzados e incapaces de encontrar ayuda en una sociedad que no entenderá su queja como algo creíble, dado que la fuerza física es una característica que forma parte del universo masculino, y no del femenino.
Así es como sentimientos de inferioridad, impotencia, angustia, y hasta resentimiento con la propia persona, invaden a las víctimas de este tipo de abusos.
«Estas relaciones ponen en juego aspectos inconscientes, sintomáticos, modos de goce patológicos, la forma de cada uno de relacionarse con el mundo y con las personas», explica Hernández.
«Además, en parejas violentas, hay historias de violencia familiar de alguno de los dos, que se repiten como modo habitual de relación. La estructura o constelación psíquica de cada uno también se pone en juego», detalla la psicoanalista.
Es importante destacar las consecuencias psíquicas de esta relación de maltrato y cómo afecta la autoestima de estos hombres: «Cualquier persona maltratada es objeto en esa situación, aunque se preste patológicamente a ella. Por lo tanto, habrá pérdida de subjetividad, de poder actuar libremente y acorde con su deseo. Su valor fálico va a caer, se convierte en un desecho del otro, y esto afectará todos los aspectos de su vida que estén relacionados con esa situación».
«Igualmente, en psicoanálisis es muy difícil prever consecuencias. Se sabe lo que sucede luego de los hechos, el ser humano es muy complejo, las relaciones tienen múltiples derivas que no son fácilmente determinables de antemano», sostiene.
De ahí se desprende la importancia de realizar un tratamiento personalizado, que pueda ser sostenible a lo largo del tiempo, para que el paciente logre crear los recursos que lo ayuden a correrse de esta posición: «ser agredido».

Salir del infierno es posible
Cuando llega ese momento en el que la persona siente que no puede continuar con esa situación, aparece la angustia, que es la mejor herramienta que tiene el neurótico para pedir ayuda.
«Si se es objeto de una situación riesgosa en sentido subjetivo y de la realidad, el ser humano se puede angustiar, ya sea ante un peligro de la realidad (un robo en la calle) o ante un peligro subjetivo (estar bajo el dominio emocional de una pareja violenta). La angustia hace que uno pida ayuda, como pueda, según los recursos que tenga», explica Hernández.
«Pero hay personas que, en vez de padecer angustia, gozan de esa situación violenta, y se someten a ella, con los riesgos que esto conlleva, y esos son casos más difíciles de tratar».
El acompañamiento familiar también es importante para ayudar a la víctima a salir adelante: «Mostrarle al familiar que se presta a ese maltrato, y que a veces hasta lo provoca, que esto siempre es de a dos y a veces, de afuera, se ven claramente estos vínculos agresivos. Ofrecer ayuda para escuchar lo que sucede y si el interesado quiere verdadera ayuda, buscar los recursos según las posibilidades de cada familia».
En relación con lo planteado, surge el siguiente interrogante: ¿Cualquiera puede ser víctima de maltrato?
Es cierto que las personas que crecieron en casas violentas son un grupo potencial para ser agresivos con sus parejas. También sabemos que el alcohol esta muy relacionado con los casos de violencia doméstica. Pero nadie está exento de este tipo de situaciones, y todos pueden presenciarlas.
La licenciada Hernández afirma que «la violencia existe en la realidad, y cualquiera puede padecerla. Aunque hay quienes están más expuestos por su situación vital (un niño, por ejemplo), o porque se prestan subjetivamente a ello. El tema es qué hace cada uno con esa situación que puede suceder».
Lo más importante es pedir ayuda —a familiares, amigos, instituciones, profesionales— y hacerse cargo de que el que está recibiendo la agresión también tiene un problema y necesita cambiar internamente para poder tener un vínculo sano con «un otro».
El hombre decidido a salir adelante «deberá primero desbrozar un intento de correrse de ese lugar y buscar ayuda con palabras, que es el medio simbólico de resolver conflictos, y no con actos violentos o de sometimiento», concluye la licenciada Hernández.

LA VIOLENCIA Y EL HOMBRE MALTRATADO


Hombres maltratados e indefensa jurídica y social


Cuando alguien es maltratado no sólo peligra su vida, sino que también suele verse alejado de su entorno social más inmediato, suele encerrarse en sí mismo y necesita ayuda para salir de ese círculo vicioso en el que se encuentra, tan similar al que marca las conductas de los que se han metido en una secta o de los que sufren adicciones. Por eso era necesario instaurar sistemas de ayuda al maltratado, como el teléfono de asistencia, los hogares de acogida o los tribunales especiales.
No obstante, al crear todas esas ayudas, se orientaron sólo de cara a las mujeres y olvidaron a los hombres que, en España, no tienen ningún apoyo en caso de maltrato. En el teléfono de atención a la mujer maltratada no les atienden, no pueden entrar en los refugios y pocas veces se consigue una condena por malos tratos a una mujer, porque basta con que ella también lo denuncie a él para que pase de víctima a agresor a ojos de la sociedad.
Según comentan muchos hombres que han intentado denunciar a sus parejas, la frase “¿pero tú piensas que van a creer que una mujer de 55 kg puede pegarle a un hombre de 80?” no sólo está en boca de las maltratadoras sino también de abogados, agentes de policía o incluso jueces.
Además, mientras que la denuncia de una mujer a un hombre le brinda a ella una salida, le da acceso a subvenciones y hasta le garantiza quedarse con la custodia de los hijos, cuando pasa a la inversa el hombre no accede a beneficios y además se ve expuesto a críticas de una sociedad que aún considera a la mujer el sexo débil.


Los hombres maltratados salen del armario en la red


En los últimos años, han surgido cientos de foros y asociaciones de hombres maltratados que luchan para cambiar la Ley de Violencia de Género por otra más equitativa y racional. Expuestos a las críticas y las burlas de la sociedad cuando admiten ser maltratados, los hombres que se encuentran en esa situación recurren a internet para hallarse arropados.
En todo caso, la realidad del maltrato femenino aún no es tenida en cuenta por la mayoría de países, y en España no parece que se vaya por el camino de facilitarles las cosas a esos hombres que sufren las mismas vejaciones que cualquiera de las mujeres que llenan los refugios.