Un anciano de 86 años acaba con la vida de su mujer y esposa de 83, que llevaba postrada en la cama un tiempo por culpa del alzhéimer, y tras ello, se ha suicidado tirándose desde la azotea del edificio donde vivía en Piedras Blancas, en el Principado de Asturias. Así de triste es esta noticia, pero a la vez muy real. Pues refleja la situación de muchas familias.
No es justo que a este hombre desesperado por lo que vivía, se le acuse o se le ponga la inaceptable e indignante etiqueta de maltratador. Quizás ni podría contar con demasiados recursos y seguramente decidió quitarse la vida tras haber cometido aquel acto porque sabía que después de haberlo hecho no podría vivir en ese pueblo con el cartel de “violento” hacia su esposa, terriblemente enferma. El alzhéimer es una enfermedad que no solo afecta a la persona que la padece.
A lo mejor si entre todos ayudamos a estos ancianos que sufren estos problemas, podemos remediar muchas muertes como esta. De no ser así, lo mejor sería juzgar con argumentos, sin ser manipulados.
Es que en lo que se tienen que gastar el dinero los políticos es en ayudar a mejorar los problemas de la gente para que no aparezca la violencia, en vez de gastarselo en subvencionar denuncias falsas y a cientos de grupos fanáticos de feministas (conocidas como feminazis). Hay que ayudar a toda persona que sufra la violencia suprema, que consiste en negarles poder acercarse a sus hijos, intervenir inmediatamente en cuanto se detecten estos comportamientos, mediación familiar al primer conato de maltrato, en fin, el camino de favorecer a las mujeres y degradar a los hombres porque si y encima usando el sistema penal de manera inapropiada nada más y nada menos que EN EL ENTORNO FAMILIAR, es el colmo de los despropósitos, por no decir de la mala leche. Un extenso cuerpo de mediadores familiares, a plena jornada o voluntarios, con una formación humana y no jurídica, es lo que nos hace falta a todos. Cuantos beneficios reportaria a la sociedad esta inversión, que no gasto. Cuantos perjuicios está provocando esta legislación sectaria e injusta, discriminadora y cruel que considera a las familias como sujeto criminal. Es el colmo lo que estamos viviendo. Un absoluto desastre. Mediación familiar siempre, criminalización de las relaciones familiares, un error catastrófico, una escuela y una fábrica de asociales.
ResponderEliminarGuillermo Tell